jueves, 14 de enero de 2010

Ayer, por fin, después de berrear un rato con los Beatles y de que me arreglaran el radiador, fui al Louvre. Llegué a eso de la 1 y me fui sobre las 6. Me dio tiempo a ver cosas puntuales y según iba de otra, ir despacio por algunos lugares que me interesaban más. Supongo que vi el 5% del museo y deprisa. Creo que Cthulhu podría mudarse al Louvre si viniera de vacaciones a Francia porque es un lugar igual de ignoto y basto que R’lye. Además tendría muchos turistas para comer y tanto él como los demás, seríamos mucho más felices.

A lo largo de mi visita, vi la Venus de Milo, que tiene algunos ángulos que enamora, vi la Victoria de Samotracia que es totalmente impresionante. Un par de cuadros de Leonardo preciosos, también Las Bodas de Caná, El Patizambo, al Escriba, a Akhenatón, un cuadro de Vermeer que me gusta mucho (el del Astrónomo no estaba, tendría que haber vuelto ya de la exposición temporal en la que estaba prestado en EEUU pero no estaba allí), el Hermafrodita, el Esclavo de Miguel Ángel, varias estatuas más que me gustaron, pintura italiana y de nuevo la Venus y la Victoria a última hora porque me pierden. Falta algo ¿no? Sí que la vi de nuevo, después de cinco años, a la Gioconda. Han mejorado el cristal a prueba de torpedos de fotones que la protege, ahora no es oscuro y es transparente y visible 180º, tiene un separador de madera pero parece que no es suficiente y han puesto una cinta de unos 4 metros de radio. Es una jodienda porque no se la puede mirar a los ojos de cerca. Y no comprendo el motivo de esa medida, es imposible destruir ese cristal y ni tocarlo con el separador de madera.
Las dos primeras horas, anduve correteando emocionado de aquí para allá escuchando ópera italiana de varios autores cantada primero por Pavarotti y luego por Callas. Escuché el Casta Diva entero en la perpendicular perfecta a los ojos de la Gioconda, jodiendo durante 5 minutos cualquier foto hecha desde ahí, lo que supondrán unos 4364983 turistas cabreados y un número igual de almas que irán al infierno. Fakall’fiu!! Y me la quedé mirando, a las manos, a la sonrisa y a los ojos. Y los dos nos sonreímos mutuamente y nos despedimos (ésta fue la segunda vez, la primera vez que pasé por allí me limité a intentar sacar una foto decente y no lo conseguí). Después de ese par de horas, salí al hall, debajo de la pirámide de cristal y me zampé mi bocata y mi mandarina mientras daba paseos mirando los escaparates de las tiendas del museo. Luego pedí un Tall Latte Extra Shot y me senté en un banco a disfrutarlo mientras leía un rato, para luego retomar el resto de la visita escuchando a partes iguales folk nostálgico y jazz instrumental y sobrio.

Al salir pensé en ir a Concorde a coger el metro pero el transbordo de Montparnasse es tan largo…así que para evitarlo caminé más de lo que me suponía ese transbordo pero sobre tierra, fui por la orilla derecha del Sena bordeando las Tullerías hasta Concorde, donde me las vi con los semáforos y pasos de cebra dando un rodeo absurdo a la plaza para subir al norte y meterme en el metro de Madeleine y coger la feliz, rápida y eficiente línea 14. Los poco metros de la Rue Royale, entre Concorde y La Madeleine están llenos de tiendas de lujo, qué raro, y me dieron muchas ganas de entrar a comprar cosas. Pero al microsegundo bajé de la nube. Es que está todo tan bonito por allí, no han quitado los elegantes adornos navideños y parece una película.
En casa me encontré con un aviso de que igual me llaman para una entrevista en la residencia porque he roto el contrato al dejar estar a una persona en mi habitación por la noche. No estuvo ni 4 horas la pobre mujer. En fin, si se repite me echan. Les explicaré que si mi amiga no entraba, se quedaba en la puta calle a 5 bajo cero hasta el amanecer pero como es normal, a ellos eso les importará tres cominos. Asco de mundo.

Hoy me he levantado escuchando ópera, he hecho una pijada fotil que luego colgaré en Facebook, para reírme un rato, he comido y he visto The Wire. Son las 6 de la tarde y es de noche. Odio el invierno y odio a los que os gusta. Yo soy de vivir de noche pero las pocas horas diarias en las que estoy despierto necesito Sol y calor. Calor por suerte ya vuelvo a tener en mi habitación, pero las poquísimas horas de sol, acompañadas de las eternas nubes de esta ciudad, hacen mella en mí. Me iría a dar una vuelta pero con el puto frío que hace me da que hoy no toca. Mañana iré a la universidad para aclarar algunos temas de mi esperada entrevista, de notas y exámenes, y temas monetarios (me deben dinero, voy a tener que llamar a Dimitri para que parta unas cuantas piernas en la universidad, porque no estamos hablando de decenas sino de cientos de euros).

Este fin de semana viene mi tía para asistir a la fiesta del 50 cumpleaños de su amigo J. J es el forrado que curra para una conocida marca de ropa, que tenía casas en NY y en Londres, un piso en los Campos Elíseos de 3 millones de pavos y con el que me querían liar algunos amigos míos porque es gay. Pero como me pidió mi tía, le escribí un e-mail en Septiembre pero nunca obtuve una respuesta. El caso es que me acoplaré, no a la fiesta, que es superelitista, estilosa y especial, a la que no estoy invitado salvo rarísimo cambio de última hora, pero sí a la visita al D’Orsay con conservador del museo soltando la chapa (genial), comida y brunch en casa del forrado el domingo. Y olé.

Igual mando un e-mail al iteam diciendo que si alguien quiere quedar conmigo entre semana para la próxima pero no me convence, no se me vaya a pegar algún chino nuevo o antiguo cual lapa a mi chepa. Todavía no he visto a nadie ni he dado señales de vida, por qué será. Paz. Silencio. París. Yo. Música. Museos. Y si me quiero emborrachar, ya lo haré yo calentito en mi habitación. Que por cierto, llevo desde el último o penúltimo día de Agosto sin cogerme una como Dios manda, que sea más que un pájaro desplumado y de alas artríticas volando alrededor de mi cabeza.

Gasto: Franprix + Carrefour 20€ y señor Louvre + Café 13.50
Gasto Acumulado: 90€
Escuchando: Neil Young – Comes A Time

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