viernes, 29 de enero de 2010

En realidad, ya es mañana. Vuelvo a las andadas haciendo la colada de madrugada. He tenido un día de apatía absoluta pero he conseguido hacer dos de las tres cosas que quería: ir al supermercado (dos veces) y lavar la ropa (estoy en ello) porque ya tenía un montón de ropa sucia acumulada que no había dónde meterlo en mi habitación. Para mañana he dejado lo de barrer, fregar y limpiar el baño. También debería de ir a la universidad a por el cheque del depósito de la universidad que hice en verano y que me devuelven ya. En teoría tendría que ir a una clase de francés a la que me han “sugerido ir” a las 11 de la mañana pero no creo que me acueste antes de las cuatro así que va a ir Rita. Además ¿para qué voy a ir? Es absurdo, a estas alturas, una clase aislada. Es como querer aprender a tocar un instrumento tocando una hora cada tres meses.

Hoy he muerto J.D. Salinger, el autor de El Guardián Entre El Centeno. Tenía 91 años, supongo que la habrá palmado porque su corazón le ha dicho que ya estaba bien. Aunque a esa edad, poco importa ya el motivo por el que te mueres, mientras no te haga sufrir mucho. Leí ese libro la primera vez a los 16 o 17 años y desde aquel momento hasta hoy. Tengo 6 ediciones, dos en castellano, dos en inglés, una en francés y una en alemán. Lo habré leído una veintena de veces mínimo. Ayer mismo antes de la entrevista que tuve, repasé algunas páginas para olvidarme un poco del mundo real y meterme en el de ese querido chaval llamado Holden del que siempre he sospechado que era yo con pseudónimo. Hubo una temporada en que tenía solamente dos, el primero, que me lo regaló mi padre y otro igual que compré para dejarlo. El que me regaló mi padre lo dejé solamente una vez y el estado en que volvió me ha impedido volver a dejárselo a nadie. Lo que hace el amor, que te convierte en ostra imbécil y acabas dejando cosas que no debes dejar. Por otro lado, ese libro se lo hice leer a esas mujeres que en mi vida se alimentaron de mi sangre (para algunas en el buen sentido y para otras en el malo) y sin mucho éxito. Tenía que haberlo visto en cuanto me dijeron “pse”. A la próxima ya sé cómo descartar rápido (¿más rápido todavía?). En fin, que se me ha muerto un segundo padre hoy y esto algo tocado y lo noto. Se pone uno a recordar mierdas que no debería de recordar porque a estas alturas para qué y por qué.

Así que me pongo algo de Dream Pop de los ochenta y escribo aquí. En la mitad de esa frase he bajado a sacar la ropa de las dos lavadoras y a meterla en la secadora, ha sido fascinante porque además lo he hecho todo con una mano. He decidido ser manco lo que queda de noche y mañana durante todo el día a ver qué pasa. Menos mal que he hecho hoy la compra. Pero, mmm, lo de barrer y fregar con una mano va a ser muy difícil así que dejaré lo de estar tullido para el sábado que haré vida más normal. Me veo con la boca en el plato por no poder cortar el filete.

Mi residencia está llena de crápulas, mis nuevos vecinos, esos del humo y las alarmas de incendios también aguantan despiertos hasta las dos o tres de la mañana y al de arriba se le acaba de caer algo que me he creído que atravesaba el suelo-techo y me caía en la cabeza. No sé si trabajarán o qué. Los chungos viciosos de la sala de ordenadores que están ahí siempre tienen pinta de hacer de todo menos estudiar y con esos horarios tampoco trabajarán. Estoy convencido de que la mitad de mi residencia son camellos tristes. Claro, que tanto ver The Wire igual influye.

Antes de que venga la panda de visitantes quiero ver el museo Nosequé, que sé dónde está y ahora sé lo que es. Es decir, vi ese edificio por primera vez también cuando vine a París hace, estos días, precisamente cinco años y Juanjo no supo decirme qué era. Estos meses lo volví a ver y ni puñetera idea hasta que me encontré la fachada en una de las páginas de mi guía. Es el museo de la historia de París.

Mi entrevista de ayer fue bien, sería demasiado largo explicar todo lo relevante aquí, digamos que estoy a la espera de que me confirmen que me ofrecen el puesto y si al final no lo hacen, me caigo con todo el equipo y me quedo aquí esperando a ver qué hago al final. El neoyorquino se fue ayer, una polaca se va este domingo y la otra el próximo domingo. Me han dicho que un español viene a mi residencia la semana que viene, a buenas horas, cuando ya no tengo ganas de relacionarme con nadie. Vivo muy bien aquí solo. Ayer en la fiesta de despedida estuve un rato hablando con alguno de los indios nuevos. Es difícil entender su inglés, es como si una taladradora tacatacataca de la calle hablase inglés, así es como hablan. Además, eran…excesivamente amistosos y con un inglés muy prefabricado, pero bueno, eso nos pasa a todos los que no dominamos un idioma. En fin, ellos a lo suyo, espero que sean muy felices. Ya me ocuparé yo siendo lo suficientemente borde con X e Y para que no me organicen una fiesta a mí, toque cuando toque. No quiero que me hagan una fiesta personas con las que casi ni he hablado y de las que no quiero despedirme y que ellas, no tienen ni puñetera idea de por qué están ahí. Me iré a tomar algo con un par de aquí, a los que sí echaré de menos y suficiente.

Por otro lado, la vida es muy sorprendente pero algunas veces uno se mira al espejo y piensa “amigo mío, ¿cómo coño haces para conseguir estas cosas? ¡No te lo crees ni tú!” y tú, sí, tú, al otro lado del espejo, sonríes y te ríes del mundo entero. E, incluso, a veces te vengas, suave, como la lluvia fina, esa que no moja pero sí empapa.

Sé que eso último no lo ha entendido nadie pero es lo que hay.

Gasto: Ni puuuuta idea, pongamos 250€ Ya lo miraré en los movimientos del banco por si estoy muy equivocado. Hay que ver lo que me gasto en comer estos días.
Gasto Acumulado: 353€
Escuchando: The Blue Nile – Over The Hillside

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