viernes, 9 de octubre de 2009

He ido a clase, seríamos nueve o diez. En el otro grupo de M2 que tenía clase eran dos. Me he hecho el pescado en el microondas porque la cocina (eléctrica) no funcionaba. Todos estos días ha habido minicortes de luz, por eso no quito la batería del portátil nunca. Anoche mismamente, pensé que se había jodido el interruptor de la luz de arriba y del baño por la humedad, porque el resto de enchufes funcionaban, pero no, era cosa de la luz de todos, al menos de esta planta. Comeré algunas mierdas enlatadas que tengo por aquí, lo que me toca los huevos es que cierren la cocina entera y tenga que lavar los platos en el microlavabo que tengo porque paso de subir y bajar ochenta veces tres pisos para estas tareas. Que me haya tocado un piso con cocina es una suerte. Voy al supermercado.

Iba a ir al D'Orsay pero finalmente he optado por ir a ver la Madeleine, esto de que cierren a las seis las cosas por norma general me mata, si como en casa, la sobremesa de paz y descanso no me la van a quitar, pero eso incluye la jodienda de que se acerque la hora de cierre. Parecen andaluces estos franceses. La iglesia me ha gustado bastante, más por las esculturas que por otra cosa, es decir, el lugar por dentro está muy bien pero las esculturas le suman muchos puntos tal y como están dispuestas. El órgano ha sonado varias veces como si un niño lo estuviera aporreando y la gente se ha acojonado. Habrá varios conciertos en los que sonará el Requiem, me gustaría ir al del 17 pero precisamente esa noche es la de la supuesta próxima fiesta. Paseo por el barrio de la Ópera, veo algunas galerías y pasadizos muy bonitos. La Ópera por fuera, impresionante. Llego a una plaza cuyo nombre no recuerdo ahora mismo y que no me apetece mirar en la que está a un lado el Ministerio de Justicia y al otro tiendas de Dior, Chanel y demás marcas ultraexclusivas, la rue de la Paix sigue en la misma linea. Me entran ganas de ser tremendamente rico y poder entrar ahí a comprarme ropa y vestirme como un lord inglés que sale a cazar por sus tierras, también me gustaría comprar joyas y vestidos para algunas mujeres. El día que sea millonario, mis amigas me lo agradecerán, estoy seguro. Me pierdo un poco a propósito, no mucho porque siempre sé dónde está el río, y acabo delante del Louvre. Es viernes y abre hasta las diez de la noche así que entro pero solamente en el hall de entrada y en algunas tiendas haciendo estudio de pósters disponibles y precios con el objeto de ver con qué decoraré mi cuarto. Salgo y vuelvo a casa, un paseo de poco más de dos horas me ha dejado hecho polvo, me hago mayor.

El libro que estoy leyendo, El Mago, cada vez me gusta menos, tiene cerca de 600 páginas y me quedarán unas 100. El primer tercio me gustó y recordé el sms que me mandó Christian hace mucho comparando el libro con una especie de derivado del Lobo Estepario en una versión más optimista y vital. Comprendo esa sensación al principio. El segundo tercio es el declive del libro en el que tiene algunas escenas que me han gustado bastante, lo reconozco, pero que la irrealidad del conjunto hace que tanta arena movediza no me exaspere como al protagonista sino que me produzca tedio y desinterés. Para irrealidades me enchufo un ácido y me pongo algo de buena música, no me paso semanas leyendo cientos de páginas. Tengo demasiado vistas y reflexionadas ese tipo de historias como para que me pueda gustar una que me ocupe mucho tiempo y con este libro llevo un mes. En fin, veré qué me depara el final, seguro que es una sorpresa llena de fuegos artificiales y muy bueno, el problema, es que ya no me importa nada, lo sigo leyendo casi por inercia para acabar esta fase de introducción del año. Porque los años empiezan en Septiembre.

He empezado a ver Perdidos. Dos capítulos, es decir, el piloto. Por ahora me la suda mucho y no me produce adicción alguna.

Ahora que lo pienso, el cierre de la cocina tiene algo positivo, espero no tener que soportar a los vecinos incivilizados haciendo el semibotellón habitual de los fines de semana entre la cocina y la escalera que está a 50 cm de mi puerta y a 2 m de mi cama. Entropía + Vida, again. O no, qué coño, un buen látigo medieval con sangre seca de infieles de aquellos timpos, que hay que reciclar.

Escuchando: Nada.
Gasto: 25€
Gasto Acumulado: 176€

1 comentario:

  1. Confío en ti para lo de hacerte rico (y acordarte de tus amigas). Ánimo. :D

    Que aún no te hayas hecho adicto a "Perdidos" es normal. Yo considero que mi punto de adicción llegó con el último capítulo de la primera temporada. Y ya con el último de la tercera, adicta sin remisión.

    Lo del látigo con sangre seca de infieles de aquellos tiempos me ha recordado el artículo de la BO sobre torturas medievales, molaba. Puedes inspirarte en él.

    ResponderEliminar